El espacio ciberorbital como nuevo objeto de estudio de la ciencia geográfica
- Geociencias EIRL Centro de Investigacion
- 30 abr
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Tradicionalmente el dominio o campo de la ciencia geográfica alcanza aquello considerado objeto de estudio, siendo éste principalmente el espacio o paisaje geográfico que, a su vez, lo conforman la naturaleza (fenómeno geográfico) y las intervenciones del hombre (fenómeno antrópico). Entonces, se comprende que el espacio expresa las interacciones entre las capas del sistema terrestre (hidrosfera, geosfera, atmósfera, biosfera y la antroposfera).
Con fines metodológicos, cuando se estudia al hombre en sociedad (cultura), se clasifica al espacio como espacio o paisaje urbano y espacio o paisaje rural o agrario. Con la irrupción de la tecnología del ciberespacio y el crecimiento de la navegación satelital y la teledetección, considero que el objeto geográfico se amplía y por tanto debemos agregar un nuevo tipo de espacio geográfico, para lo cual propongo la denominación de espacio ciberorbital.

El espacio geográfico ciberorbital comprendería una espacialidad euclidiana y paralelamente una espacialidad no euclidiana, cuyo método de análisis territorial en esta última podría basarse en flujos virtuales multiespaciales que agregan características a las dimensiones sociales, económicas y ambientales. Desde una perspectiva constructivista-materialista, que reconoce los efectos reales de lo virtual en los procesos sociales y territoriales, ahí donde las interacciones digitales y físicas se manifiestan o interactúan en multiestratos que incluyen:
La infraestructura terrestre, subterránea, submarina para almacenar, transportar y generar conexiones y tráfico digital.
La propagación aérea (troposfera, estratosfera e ionosfera) para la trasmisión inalámbrica de datos.
La infraestructura orbital (satélites y estaciones) en baja, media u órbita geoestacionaria para la observación y recolección de datos, la navegación global y la trasmisión de las telecomunicaciones.
La dimensión lógica (datos, software, protocolos).
La dimensión humana (uso, consumo, control, cultura y gobierno)

Es importante visibilizar el espacio geográfico Ciberorbital porque nos permite entender cómo se van entrelazando los componentes visibles, que conforman las topologías físicas que sostienen los procesos de ciberseguridad, ciberdefensa, ciberdiplomacia, la navegación satelital y la teledetección, interactuando sobre sustratos del geosistema. Las realidades virtuales que se generan en las interacciones topológicas y culturales, crean identidades y soberanías digitales cuyos límites, por ahora, son las fronteras terrestres con el espacio exterior.

Considero al Paisaje Ciberorbital como los componentes visibles que conforman la infraestructura digital planetaria y la infraestructura orbital (satélites, estaciones espaciales, etc) que el hombre puede percibir y darle un sentido sensorial, estético o simbólico a lo que observa, según su propia construcción mental o por la influencia del constructo social. Al agregar una dimensión virtual que, si bien es intangible, consume energía y produce efectos reales en la vida social, política, económica y ambiental. Las interrelaciones del paisaje ciberorbital con las dimensiones socio-antropológicas, donde se crean identidades, relaciones, comunidades y soberanías conforman el Espacio Ciberorbital que constituye el nuevo objeto de estudio geográfico.
Con claridad podemos advertir el peso gravitante que juega la tecnología en el Espacio Ciberorbital, por tanto, se correlaciona con el rol fundamental del geógrafo como actor o agente de entendimiento y diseñador de aplicaciones en las disciplinas que se desprenden de su estudio. La ingeniería geográfica puede desempeñar un papel clave al ser un puente entre el análisis teórico y las aplicaciones prácticas del entorno Ciberorbital.
De hecho, los profesionales de la ingeniería geográfica ya venimos realizando muchas intervenciones mediante el apoyo satelital para el análisis y la planificación territorial, el monitoreo satelital de incendios forestales y otras aplicaciones a las que se suma nuestra participación en la geografía emergente entre lo digital y lo territorial que viene revelando nuevas brechas sociales asociadas a los recursos digitales. Así, una sociedad digital madura es más resiliente frente a una sociedad aun en el proceso hacia la transformación digital. De modo similar, surge una nueva corriente geopolítica basada en el poder digital por sobre los recursos naturales o económicos, nuevos peligros sociales basados en la criminalidad digital y espacios de conflictos que pueden desencadenar guerras ciberneticas entre estados.



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